Otro día
-Ay, muchacho, hay días en que me miro en el espejo y te juro que veo a un tamal... es que ya casi-casi no tengo cintura.
-Lo importante es que está bien y no tiene ninguna enfermedad.
-Amigo mío, la vejez es por sí misma una enfermedad, ¡la más cruel! Yo creo que la vejez me ha ido desfigurando horriblemente. Cuando se llega a esta edad una siente un vago cansancio general, también se adquiere un sentimiento de desprecio... yo desprecio antes que nada a este cuerpo que se me cansa, que no me sigue el paso, este cuerpo que no me deja seguir siendo Guadalupe Amor, a mí, ¡yo que soy la más joven del mundo! ¿Cómo pude haber llegado hasta ahora? ¿Cómo pude llegar a esto? ¿Cómo pude llegar a envejecer así? ¿Cómo, si soy infinita?... este cuerpo se me va quedando, se va quebrando irremediablemente, satánicamente... y aún sigue siendo a mí a quien le ocurren las cosas, aún soy yo la que importa, la "otra" Guadalupe, esta reina vieja, esta reina de la nada, es la que camina por las calles de México, despacio, paulatinamente, porque ahora camino cada vez con más lentitud... de repente mecánicamente este cuerpo se detiene para mirar la puerta de una iglesia, y no me deja entrar, sigue y prefiere demorarse comprando un vestido... de mí tengo noticias por el correo o veo mi nombre en un diccionario. La "otra" pinta su cara de colores y viste joyas y ama intensamente, esa es la tragedia: porque a esta edad aún se ama como a los quince años".
Derecha: Manuscritos de Guadalupe Amor.
FUENTE: Archivo Artes e Historia-México
© Waldemar Verdugo Fuentes.