Día Primero.
-Le gusta cómo vengo vestida? Hay que tener agallas para salir a la calle vestida así, ¿eh? Me puede servir coca-cola. Nosotros sabemos que en el Olimpo no se bebe alcohol, el alcohol es para la servidumbre, ¿está usted de acuerdo?
-Si usted lo dice...
-Bien, como estamos de acuerdo podemos seguir. Me agrada esta mecedora, una mecedora son todas las sillas en una silla, desde un trono real hasta una silla eléctrica. Claro, esta mecedora va en otro boleto, es divina... ¿me puedo sentar en ella?
-Por supuesto.
-Gracias, esta mecedora en que me he sentado es única. Cada cosa es única, ¿está de acuerdo?
-Sí, estoy de acuerdo.
-Bien, como seguimos de acuerdo podremos ser amigos. Yo siempre he creído que cada cosa es única... este instante, preciso, exacto, en que conversamos, nunca más volverá a repetirse, ¡aunque nos juntemos infinitas veces! No se repetirá porque yo nunca estaré pensando lo mismo, ni usted... nunca se bebe dos veces agua de un mismo río, ¿está de acuerdo?
-Sí.
-Bien, como ya somos amigos me puede llamar "Pita". Así me llaman mis amigos, ¿no le molesta si dibujo mientras conversamos? Vea usted mi bolso dorado, es dorado porque es mágico, aquí traigo mis cartones y mis lápices de colores... óigame, la vida siempre continúa, ¿no le parece? Todo continúa porque todo termina y cambia, ¿está de acuerdo? ¿Le puedo llamar a usted por su nombre?
-Por supuesto.
-Gracias. te voy a tratar de "tú". Tú también puedes hacerlo, al cabo que yo no soy tan vieja: sólo tengo todos los años de este siglo... más una eternidad. Bueno, ahora me puedes hacer una pregunta, pero te prevengo que te arriesgas a la respuesta. Pregúntame...
-Bien. ¿Qué se considera más: inteligente o sensible?
-Buena pregunta. Mira, yo soy una mujer que ha vivido muchas cosas, pero antes que vivir, he sentido una terrible, inmensa, diabólica necesidad de hacer lo que hago como los dioses: escribir. O sea, que soy ahora lo que siempre fui, una mujer de letras, una artista, y para un artista el arte está sobre la inteligencia y la sensibilidad. ¡El arte está sobre todo! Mira... estoy dibujando un angelito, es un angelito bailando sobre un mundo que se está incendiando, baila sobre un mundo en llamas...
-¿Y por qué baila si el mundo está quemándose?
-¡Justamente por eso! Porque todo se quema, el angelito baila... sabe que de las cenizas todo renace, todo florece renovado, purificado... ¿sus alitas serán rojas o azules? ¡No! ¡Serán amarillas! De un amarillo como el que vi un atardecer lejano, ¡ay, si el mundo pudiera ver los colores que yo veo!... ¿y luego qué más le pongo al angelito?... le pondré entre sus manos una gran rosa roja, roja igual que los labios, roja como el fuego que consume al mundo... Dibujo una rosa roja, la rosa de cualquier jardín y cualquier tarde, la rosa que resurge de la nada, la rosa de los persas y de Ariosto, la que nace por el arte de ser rosa. Mi angelito tendrá entre sus manos la rosa que siempre es sola, la rosa de las rosas, la ardiente y frágil rosa, dibujo la rosa ciega, la rosa inalcanzable, la rosa hueca... ¿en qué piensas?
-Sólo la escucho y la observo mientras dibuja.
-Yo nunca puedo estar sin pensar en algo. Y ahora, ¿en qué piensas?
-En lo que dice.
-¡Nunca, nunca pienses en lo que otro dice! ¡Niégate rotundamente! Sólo piensa en tus pensamientos. Y ahora, ¿en qué piensas?
-Recuerdo un libro suyo que acabo de leer... un libro de sonetos.
-Oh, sí. A mí me ha dado por escribir sonetos como a otros les dio por hacer sonatas, lo mismo que si fueran corcholatas, etiquetas, botones o boletos. A mí me ha dado por descubrir secretos. A mí me ha dado por volar veletas. A mí me ha dado por recordar siluetas y medir bien la luz de los abetos... así es, yo sólo conozco de sonetos como otros conocen de sonatas.
-¿Cree que uno llega realmente a conocer algo?
-Uno llega a conocer sus límites, las fronteras, los diques y los muelles. En los muelles se aguarda al que ha de venir... el amante aguarda al amante. Lo "aguarda", no lo espera, porque cualquiera aguarda, pero no cualquiera espera. Se espera lo que nadie puede saber... lo secreto, se espera lo... innombrable... se espera...
-...el sueño.
-¡Has acertado! ¡Estás altamente en la verdad! Esperar es una virtud anterior al sueño. Y digo que es una virtud porque el que sabe esperar sabe que triunfó. La espera es anterior al olvido, pero no anterior a la memoria, porque la memoria es una facultad diabólica. La memoria es la que no nos permite olvidar a nuestros grandes amores, la que nos roba el olvido, la que trae desesperación...
-¿Hasta dónde se puede soportar la desesperación?
-Como el tiempo, como el infinito, como la eternidad y como la muerte, la desesperación no tiene límites, simplemente aniquila, destruye. Yo soy una gran desesperada.
-Pero, como todo, también es efímera.
-¿Cómo todo? Estás altamente equivocado, al igual que Antonio Machado, porque nada pasa, todo queda. Nada es efímero, nada es fugaz, nada es fugitivo, y te lo puedo probar matemáticamente. ¿Nunca has jugado con un microscopio? Todo lo que existe, todo lo que ha existido está allí, en un puntito... todo lo contiene un punto. Como éste que he dibujado en el centro de los ojos de mi angelito; aquí está todo el mundo, toda la risa, toda la verdad, porque nada es pasajero, todo se mantiene, nada muere, todo vive transformado, todo existe y seguirá existiendo, eternamente, por todo el tiempo que duren los tiempos... Claro que hablar de esto me deprime, porque como no conduce a nada...
-¿Y algo conduce a algo?
-Observa muchacho, el lápiz con que estoy dibujando, el movimiento que le doy al lápiz conduce a que yo termine el angelito, que por cierto me está quedando divino. También el amor conduce a algo: conduce a explorar profundamente los cielos, ¡y los infiernos! Y el arte conduce a confirmar que la divinidad existe.
-¿Por qué importa que la divinidad exista?
-Para mí es importante porque es una forma de mirarme en un espejo.
-¿No es mejor mirarse en otros ojos?
-Estás altamente en la razón. Lo mejor es mirarse en otros ojos ¡con peligro de fulminarse! Pero mejor hablemos de otra cosa para no deprimirme. ¿Para quién crees que uno escribe?
-Pues, lógico es pensar que uno escribe por una necesidad de hacerlo, quizás se escribe para un lector imaginario...
-¡No! Uno escribe sólo para sí mismo... quizás también para el cielo, pero antes que todo, para uno mismo.
-Cuando se refiere al cielo, ¿habla de Dios?
-¡Silencio muchacho! ¡Basta! ¡No hables del Innombrable! Si supiéramos cómo se llama Aquél que habita en el cielo descubriríamos Su secreto. Hablemos de otra cosa, no, mejor juguemos a algo, juguemos a que alguien nos observa.
-Como en el sueño, antes de despertar...
-...cuando recién abrimos los ojos y comenzamos a sentir...
-...cuando parece que alguien nos abandonara suavemente, en silencio.
-¡Eso! Nos cimunicaremos con "ese alguien"...
-Será una extraña relación. Comencemos.
-Estamos soñando... estamos soñando... no estamos despiertos... soñamos... soñamos...
-...soñamos... la estoy soñando...
-...soñamos... tú eres un sueño mío, soy yo la que te sueña a ti.
-Uno de los dos sueña al otro.
-O ambos nos soñamos.
-O alguien nos sueña a los dos.
-¡No! ¡No! Nadie nos sueña. Somos autónomos. Independientes. Somos libres de movernos, de oír, de hablar, de reír... mis actos nadie los guía. Sólo yo misma. Por obra y gracia de mí misma. Me niego a creer que alguien guía mis actos. ¡No soy una marioneta! ¡Cómo te atreves! Me niego a seguir jugando.
-Bueno, discúlpeme.
-No, discúlpame tú a mí, muchacho. Lo que sucede es que soy una exagerada. Claro, la vida es una exageración. ¿Cómo ves el angelito? ¡Va bien! Aquí a un lado le dibujaré un ajo, un ajo macho para la buena suerte. Que entretenido es ser supersticioso, ¿no te parece? La superstición es terrible, y es peligrosa, porque es el resultado de los más grandes estudios ¡o de la ignorancia total! Ah, pero es infinitamente más terrible el fanatismo. ¡El fanatismo es Nerón incendiando Roma! El fanatismo es duro, inflexible, cruel... en cambio la superstición es casi candorosa, amable, tierna. ¿Entiendes muchacho?
-Sí maestra.
-Me agrada que me llamaras "maestra", indica que eres un hombre supersticioso, también indica tu humildad, y en honor a ello te voy a regalar algo... sé de la tierra pequeños y mágicos secretos, y te enseñaré algunos. Te voy a dictar algo... te dictaré una receta mágica... anota... te revelaré una receta para curar... ¡la melancolía! Sólo una vez la diré, muy despacio... anota muchacho: título con mayúsculas, pon ahí: CURA DE LA MELANCOLÍA. Punto y aparte. Subráyalo. ¿Sabes qué es la melancolía? La melancolía es un sentimiento pálido que se estaciona en el alma como la niebla, y todos alguna vez la padecemos. La melancolía es como una sensación de aislamiento, de aislamiento voluntario, y allí está su peligro, porque el melancólico desea la resurrección de lo que murió. Por eso es una enfermedad maligna, pues hace perder el valioso tiempo. Recuerda siempre: el tiempo no es oro, el tiempo es vida. Nunca pierdas tu tiempo. Por eso la melancolía es de gente que va acabando, y si alguna vez te ataca, no quiero que te acabe. Anota muchacho:
"Elementos necesarios: dos medidas de oro y una de cobre/ dos medidas de hierba de boldo y una de púrpura de Tiro/ la sangre de un maguey y la piel de tres manzanas más el corazón de una azucena. Anota rápido. Preparación: tritúrese el oro y el cobre hasta convertirlos en un polvo tan fino como la harina. Mezcle con el boldo y la sangre del maguey. Agregar la púrpura, la flor y la fruta. Tómese al mediodía, todo mezclado con vino para quitar el mal sino. ¡Ah, y toma: además te regalo el angelito!
FUENTE: Archivo Artes e Historia-México
© Waldemar Verdugo Fuentes.